EL TUERO Y LOS QUINTOS

La festividad del Tuero es una fiesta de la localidad que surge hace más de 100 años, aunque se desconoce desde cuándo se celebra esta fiesta, para los vecinos es la seña de identidad del pueblo.

El tuero es una encina grande y seca que los quintos y quintas de cada año eligen y trasladan al pueblo para ser quemada la noche del 24 de diciembre. Las fechas a destacar de esta tradición son: el domingo más próximo al 25 de julio, el 15 de agosto y el día de Nochebuena.

El fin de semana más próximo a Santiago, los quintos y quintas se reúnen en la plaza, junto con amigos y familiares, y van a arrancar el tuero, siempre totalmente seco y con la autorización del propietario de la finca. Actualmente, el camino lo hacen en tractor y durante el trayecto van cantando canciones de quintos. Al llegar a la finca, próxima al pueblo, proceden a descuajar, ayudados del tractor y de una maroma (antiguamente con los animales).

Una vez arrancado el tuero, se quita la hojarasca, se cortan las ramas y taramas y se sube al remolque de un tractor para trasladarlo a una nave próxima al pueblo.

El 15 de agosto, coincidiendo con la festividad de la Virgen de los Remedios, al finalizar la misa, los quintos y quintas llevan el tuero a la Plaza en una plataforma instalada en un tractor, antiguamente se portaba en un carro tirado por animales. A continuación, ayudados por sus amigos y familiares, tiran de varias cuerdas atadas al tuero hasta que finalmente cae en un espacio circular y “alanchado” que hay para ello. Era tradicional colocar la parte de sus raíces dirección a los aires dominantes, hacia el noroeste.

Una vez que el tuero ya está en su sitio, los quintos van por las calles y bares del pueblo con una manta donde los vecinos echan dinero.

El tuero está en medio de la plaza hasta el 24 de diciembre. Es ese día cuando los quintos y quintas vuelven a reunirse para ir a por las taramas a alguna finca cercana al pueblo, no sin antes haber solicitado permiso al dueño. Si están en fase de poda, se las ofrecen ya cortadas, si no, se encargan ellos mismos de cortarlas. Una vez tienen las suficientes para cubrir la encina, vuelven al pueblo. Al igual que en verano, lo hacen con el tractor, aunque durante muchos años se hizo con dos carretas tiradas por vacas.

Ya por la tarde, al caer el sol, los aldeanos van acercándose el tuero cubierto por las taramas. Una vez finalizada la misa y tras pedir permiso al alcalde, antes era cuando volvían las vacas de la dehesa boyal, se prende fuego al tuero. A su alrededor, se canta y se tocan instrumentos como panderetas, almireces o zambombas.

El día de Navidad amanece con lo que queda de tuero ardiendo que, cuando se utilizaban los braseros, los vecinos iban a por los rescoldos que quedaban para calentar sus casas.

Esta tradición ha ido evolucionando con los años y, aunque se mantiene la misma dinámica, está adaptada a los tiempos que corren. Es por ello que desde el año 2006 se han incorporado las chicas a la participación en dicha tradición y desde esa fecha tenemos quintos y quintas participando en la fiesta.

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